La relación simplemente no estaba funcionando, y yo quería tanto que funcionara. Seguía pensando que si me hacía lucir más hermosa, si tan sólo trataba de ser una persona más amorosa, más amable, entonces él me amaría. Me puse del revés para ser algo mejor, siendo que como era estaba bien. Sencillamente no podía ver lo que estaba haciendo, hasta que seguí adelante y acepté la realidad. (Anónimo).
Una de las partes más frustrante de la aceptación es la etapa del regateo. En la negación, hay felicidad; en la ira, alguna sensación de poder. En el regateo vacilamos entre el creer que podemos hacer algo por cambiar las cosas y el darnos cuenta de que no podemos hacerlo.
Podemos alzar en alto nuestras esperanzas una y otra vez, tan solo para que nos las destrocen. Muchos de nosotros nos hemos volteado al revés para tratar de negociar con la realidad.