La sensibilidad en nuestra manera de comportarnos, comprender y comunicarnos no es un signo de debilidad, sino de fortaleza. Esta afirmación es contraria a lo que parece sostenerse en el pensamiento de muchas personas que entienden que los sentimientos nos hacen vulnerables.
Las emociones, los sentimientos y las sensaciones han sido castigadas a lo largo de nuestra historia en numerosas ocasiones, por lo que no es extraño que la sociedad piense que sentir nos hace menos eficaces, fuertes y capaces a la hora de tomar decisiones y caminar por la vida.